... nos enterraron pero se olvidaron que somos semillas...*
Son muchas las voces que en los últimos años ponen de manifiesto, cómo la educación, la empresa y el sistema en general limitan la creatividad, la alienan impiden la diferenciación y la riqueza que aporta la diversidad. Personas como Ken Robinson, que lleva años denunciando un modelo escolar apoyado en una inteligencia en la que se prima, como si de una cadena alimenticia se tratase, las matemáticas, la lengua…. Convirtiéndonos en cabezas andantes. Teorías de Christensen o Clayton que explican cómo las escuelas de negocio y la empresa buscan perfiles resolutivos pero no innovadores, perfiles que ejecutan pero no buscan el descubrimiento
El otro día, un catalizador sencillo, el comienzo de una canción, me hizo pensar y creer. Una frase inspiradora y esperanzadora: “nos enterraron pero se olvidaron que somos semillas”(*). Y es que a innovar se aprende. Somos semillas creativas. Dos terceras partes de las habilidades innovadoras se aprenden y se pueden practicar, por lo que, a pesar de las reglas de juego en las que nos sometemos en el colegio, universidad y luego en la empresa, nuestras capacidades para crear y para innovar se pueden trabajar y potenciar. Para que esas semillas creativas afloren es necesario trabajar, de manera combinada, ACTITUDES, HÁBITOS Y HABILIDADES. Hay esperanza, es un reto que debemos resolver, primero a nivel individual y después, de forma colectiva. Tenemos que ser capaces de transformar las estructuras que limitan las múltiples inteligencias, la confianza creativa y nuestra capacidad de innovar. Ser semillas de un nuevo Renacimiento, esta vez no del arte, sino de la capacidad de crear e innovar en la enseñanza y en la empresa. Semillas creativas al fin. (*) La canción a la que se hace referencia es Semillas de Macaco |